Read this article in English here.
Lee la primera parte: Co-creando un futuro mejor con Comunal
Hay un factor del que no se habla y que a mi personalmente me obsesiona y que saco a relucir cada vez que alguien vaticina el fin del coworking: si el contrato medio de alquiler de oficina en Latinoamérica son cinco años y sabemos que la OMS ha dicho que, si se hacían las cosas bien, esta pandemia duraría dos años (de los cuales ya ha transcurrido un tercio del tiempo). En ese periodo, hasta marzo de 2022, habrán vencido el 40% de los contratos de alquiler en América Latina. ¿Renovarías tu contrato de alquiler a cinco años cuando no sabes cuál va a ser la situación en cinco semanas? Yo no lo haría.
Le comenté a Ernesto el punto anterior y si veía el COVID-19 como un catalizador de tendencias o si va a ser una autentica revolución que lo va a cambiar todo: “Para mí será un punto de inflexión. No solamente vamos a retomar el crecimiento que teníamos antes sino que va a ser más acelerado. Es un poco por lo que tú mencionas: las empresas no van a querer tener este esquema tradicional de contratos largos en medio de una incertidumbre gigantesca y teniendo que poner CAPEX en implementaciones y lo cruzas con que los landlords más importantes de la ciudad no tienen el expertise para operar y comercializar espacios de trabajo flexible que es lo que estas empresas necesitan. Ahí tenemos un cortocircuito que nuestra industria puede aprovechar y convertirse en el partner perfecto para esos landlords. Es por esto que creo que es un tipping point para la industria, y es algo que lo estoy viendo en intereses reales del mercado: los landlords estaban preocupados, si antes el coworking era un nice to have ahora es un must have para los landlords tradicionales.
En España (un mercado mucho menor que el conjunto de América Latina) hemos visto como, en los últimos años distintos landlords han absorbido a distintos operadores o como han desarrollado sus propias marcas de espacios de trabajo flexible. Sin embargo, según el informe del mercado latinoamericano que ha elaborado The Instant Group, tan sólo un landlord en la región lo ha hecho. ¿Va esto a cambiar?
“Sí, lo creo. De hecho, en pre-pandemia era una tendencia que ya se veía, en Europa mucho más fuerte, en Estados Unidos mucho más fuerte. Si eres el dueño del activo quieres una manera de maximizar el valor, de ser más atractivo para el cliente y nosotros somos una manera de hacerlo. Creo que como la mayoría de las cosas en Latinoamérica tardan pero llegan, lo cual es una ventaja porque observando al resto de regiones ya sabes qué viene y tienes tiempo de convertirlo de una debilidad a una oportunidad”.
Ernesto continua explicándonos algunas peculiaridades de la región. “En Latinoamérica existe mucho, sobretodo en las empresas tradicionales, el pensamiento de yo sólo lo hago mejor: ‘porqué lo voy a comprar, porqué pagar un valor tan alto… yo contrato a dos personas y lo hago’. No es tan fácil. Nuestra industria de fuera se ve fácil: ‘contrato a un arquitecto que diseñe bonito, alguien que sonría en la entrada, abro un fan page y ya está, ya tengo un coworking…’. No, es mucho más complejo que eso. Me atrevo a decir que esta pandemia va a impulsar a los landlords a mirarnos con otros ojos”.
Había algo que dada su trayectoria no podía dejar de preguntarle, por el mercado brasileño y sus peculiaridades así como la relación de este con el resto de la región. “Brasil es un reto aparte, de hecho cuando uno habla de Latinoamérica son dos mundos: Brasil y el resto de los países. Son dos monstruos totalmente distintos. Una de las barreras es claramente el idioma y hay otras impositivas: el tema de estructuras de impuestos es mucho más complejo en Brasil”. En lo que a nuestro sector se refiere Ernesto continúa: “el mercado está muy atomizado, hay muchas ciudades importantes en el país y son muy, muy distintas. En México sin embargo, donde también hay varias ciudades importantes, son muy parecidas. Otro factor a tener en cuenta son las enormes distancias entre las distintas ciudades en Brasil”.
“No solamente en la industrias del coworking o de startups sino también en las tradicionales es claro que el mercado está divido: Por ejemplo, Procter & Gamble es muy fuerte en el norte de Latinoamérica, en Mexico y la zona andina, y tienes a Unilever que es muy fuerte en Brasil y la zona sur, Argentina y Chile. Siempre han sido dos regiones muy separadas y muy distintas. No obstante, lo bueno de la región es que si una startup quiere controlar el 80% del mercado de LATAM con México y Brasil está hecho. Por eso, sobretodo en tecnología, muchas startups después de conquistar México se van a Brasil… pero es un reto gigantesco por las cosas que te acabo de mencionar”.
Sin embargo, hay dos mercados que por factores macroeconómicos representan, o han representado retos especiales. “Argentina viene de muchísimas crisis del pasado y todavía no termina de recuperarse. Venezuela sabemos el tema en el que están. Ahora son dos países grandes pero con estos temas macroeconómicos básicamente con lo que te quedas es: México, Brasil, Colombia, Perú y Chile. Con estos cinco países tienes casi el 90% del mercado en Latinoamérica, lo cual es también relevante para un inversor que quiere conquistar la región: un inversor que está en Europa o Estados Unidos en nuestra categoría y quiere entrar en Latinoamérica, que por cierto nos ven como un caos latino y se sabe que es un reto porque son mercados bien distintos, cuando le explicas esto se sorprenden gratamente porque todo se concentra ya no en pocos países sino en pocas ciudades. Por ejemplo en Perú, Lima concentra el 95% de las oficinas del país, en Chile pasa lo mismo con Santiago, en Colombia Bogotá (tiene la mayoría) y Medellín, en México ya tienes tres o cuatro ciudades: La ventaja de nuestra región es que, a diferencia de Europa y Estado Unidos, para obtener operar en el 90% del mercado sólo necesitas hacerlo en unas pocas ciudades”.
Hace mucho que no le preguntaba a ningún entrevistado/a cuál es la pregunta que nunca te han hecho [y que te encantaría que te hicieran] y cuál es su respuesta. Después de pensar unos segundos y prometerle que podía tomarse todo el tiempo del mundo me contesta: “te lo voy a decir, el tema es que no podría darte una respuesta tan certera. ¿Por qué estoy convencido desde hace tantos años y creo tanto que este es el futuro del trabajo? ¿Por qué dejé mi carrera corporativa? ¿Por qué aun teniendo familia y poniendo en riesgo mis finanzas personales lo sigo creyendo? En el 2013 no había nada, en el 2015 cuando renuncié [de P&G], en 2017 que llegó WeWork a Perú y fue también una batalla dura, la debacle de WeWork [en la segunda mitad de 2019] que también fue un hit para nuestra industria y después una pandemia,… ¿Por qué sigo creyendo que este es el futuro?
Obviamente, no me creo que no tenga una respuesta a esa pregunta, lo que pienso es que la respuesta que tiene [aunque bastaría para alguien corriente] no está lo suficientemente fundamentada para que Ernesto la considere como tal. “Debería poder responder cómo le haría un inversionista, con datos, con tendencias, métricas, esa debería ser una respuesta educada; que te la puedo dar porque soy un obsesionado de la categoría y me leo todos los informes de todas las partes del mundo”.
Me equivocaba: puede darla pero simplemente prefiere enfocarlo de otra forma. “Creo que parte de la esencia de un emprendedor es que cuando se casa con un sueño, con una visión… pase lo que pase se va a aferrar a ella. El drive, la resiliencia desarrollada por el emprendedor hace que no te tires abajo y sigas construyendo lo que estás construyendo pese a todos estos ups and downs, todos estos eventos duros y difíciles para nuestra industria. Obviamente, sin ser un terco ni un obstinado, de hecho, nuestro sueño se ha ido adaptando, nuestra visión, público objetivo y formato han ido cambiando, todo ha ido cambiando pero no cambia el hecho de que seguimos creyendo que el futuro de consumo de espacios de trabajo es el coworking”.