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Han secuestrado al coworking pero nadie ha pedido un rescate.
"El concepto ha sido secuestrado, aclara Fernando. Como decía una las primeras coworkers de Cowork Lisboa -cuenta Fernando- el coworking ha sido domesticado". La entrada de nuevos públicos (que todo sea dicho hoy superan en enorme medida al público "original" en muchos mercados) ha hecho que el concepto varíe adaptándose a la "nueva comunidad" que estos espacios albergan.
Comentamos como afecta a una comunidad el hecho de que los miembros elijan estar en el espacio, o lo haga alguien desde las oficinas centrales nacionales (o incluso desde otro país) o el líder de equipo (algo que si eres un asiduo de estos artículos sabes que me gusta evidenciar). Estas comunidades enfocadas a equipos de tamaño medio y grande, tienen un look and feel distinto y también objetivos distintos que les hace estar más alineados con los de su público y clientes a los que sirven. En un espacio para freelances, trabajadores remotos y otras personas que trabajan físicamente separadas de sus colegas, el coworking cumple una función distinta. Para veteranos como Fernando, que vieron en el coworking la oportunidad de trabajar desde un tercer espacio (que no es tu oficina ni tu casa) en el que podías trabajar de manera remota sin estar sólo, un espacio en el que discutir con libertad, celebrar la diversidad y las diferencias, estos nuevos espacios son muchas veces observados con ciertas reticencias. Pero estos espacios deben responder a las necesidades de unas empresas que obviamente no son estructuras planas y que tienen objetivos y dinámicas propias que al final llevan a los operadores a "domesticar el coworking".
La postura de Fernando responde a una discusión ideológica y de forma. Responde a la eterna pregunta ¿qué es coworking? y el eterno debate consiguiente sobre el uso de la etiqueta coworking o lo que es lo mismo a la mainstrimización y comoditización de este servicio (o incluso a hablar de servicio mismo). Este debate ha llevado a muchos coworking a cambiar su denominación por la de "hub creativo", a los que están al otro lado del espectro (están enfocados a grandes equipos) a definirse como espacios de trabajo flexible y a que los que llevamos sufriendo como espectadores esta lucha que se ha hecho eterna a ver la luz al final del túnel.
Hablar con personas como Fernando te lleva a replantearte el valor del trabajo que hacen los espacios dedicados a servir a estas comunidades de trabajadores independientes. Pero ni todos los espacios de coworking son buenos ni hemos de dar por sentado que un espacio de trabajo flexible sea malo: cada uno sirve a un público muy distinto y tienen por tanto funciones y y objetivos distintos. ¿Me molesta que un espacio que no lo es se defina como coworking? A veces bastante, pero también me molesta que un coworking no sea económicamente viable y acabe afectando al bienestar de sus propios promotores.
Por todo esto creo que es difícil juzgar a un espacio bajo tu subjetividad, sobretodo cuando se hace sin conocer de primera mano su funcionamiento real. Aunque debo reconocer que si me dices que tu espacio es lo mejor para freelances después de que me digas que te enfocas a equipos de 30, 45 y 300 te juzgaré en silencio.
Quizá te preguntas cual es el siguiente paso de Fernando en coworking. "No planifico" comenta, eso parece que lo hace Ana, él sólo afirma que no sabe lo que quiere hacer pero sabe que quiere hacer algo que una educación con coworking, dos de sus pasiones. Si inicias este tópico con Fernando los minutos volarán mientras te cuenta como ha visto que el coworking es el entorno perfecto para que se produzca un aprendizaje mucho más eficiente que en una universidad. Te contará como el los años que ha compaginado ambas experiencias ha detectado que, en muchas ocasiones, los miembros de su espacios absorbían de forma más profunda y rápida los conocimientos que Fernando les transmitía. Este proyecto, mientras va tomando forma en su cabeza, no sólo une dos de sus pasiones sino que se relaciona con los inicios del coworking en los que la formación estaba muy íntimamente relacionada con el coworking.
Veremos que sorpresa nos da Fernando en el futuro: ¿será el proyecto que une sus dos pasiones? ¿Le "seducirá" otro socio para que cree el tercer coworking de su vida? O simplemente ¿seguirá observando el sector desde un rincón para intervenir sólo cuando crea que tiene que hacerlo? No tenemos ni idea porque el plan es que no hay plan pero lo que sabemos es que en Portugal el coworking no se queda huérfano porque aunque su padre se eche al lado, al menos por el momento, su madre sigue cuidando del ecosistema.
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Feliz Coworking!