Encontrando una Cura para la Soledad

Mentiría si dijera que la historia de José Antonio Morales no me conmovió. Todo empezó hace unos treinta años cuando José Antonio intentaba tomar un avión en Lima hacia Bélgica para encontrarse con la que tenía que ser su nuevo amor. Sin embargo, el destino, le tenía preparado algo muy distinto, ya que mientras esperaba para tomar un vuelo que creía cambiaria su vida en realidad su vida cambió en esa espera, cuando conoció a otra mujer con la que conversó y con la que compartieron datos de contacto y poco más.

El viaje a Bélgica no funcionó como tenía previsto, la relación terminó y volvió a su Perú natal. Sin embargo otra cosa empezó y después de dos años y medio de cartas y postales, si, de las que se mandan por correo... José Antonio volvía a tomar un avión para visitar a la que poco más de un mes después se convertiría en su mujer. En aquel momento la decisión parecía sencilla: ¿vivir en Perú y tener el trabajo de sus sueños con Microsoft? O ¿vivir en Eslovenia el país de su esposa? Evidentemente lo has adivinado: José Antonio se mudó a MurSka Sobota una pequeña ciudad en la Eslovenia rural, desde donde consiguió trabajar igualmente para Microsoft.

Años después, y después del reconocimiento de Microsoft por su trabajo y las risas de un auditorio al completo cuando creyeron que el speaker había cometido un error al anunciar que uno de los premios se entregaba a José Antonio Morales, un nombre claramente latino, de Eslovenia.

Después de abandonar Microsoft decide aceptar un proyecto en New York, se traslada con su familia al completo pero las cosas no acaban de salir como espera y debido a diferencias éticas con el líder del proyecto decide, una vez cumplido el compromiso mínimo que había adquirido, volver a Eslovenia y cambiar de sector. Y, como en tantas otras historias que hemos recogido en este blog, es entonces cuando el coworking revoluciona su vida.

"Creí que estaba afrontando la crisis de los 50 de manera anticipada y a mis 39 años decidí iniciar un proyecto no tecnológico desde cero. Necesitaba tomar perspectiva y me fui a Vienna unos días a inspirarme pero no conocía a nadie". Allí, acabó por casualidad en un Impact Hub y se enamoró del concepto: "pregunté a una persona donde podía desayunar y me dijo yo también tengo hambre vamos juntos".

El coworking había hecho su magia: llegó a casa y le dijo a su mujer que abriría un coworking. Allí, en una pequeña ciudad de apenas 25000 habitantes en una de las regiones que los Eslovenos creen menos desarrolladas, aunque q José Antonio nos aclara que no tienen ningún problema a nivel de estructuras, simplemente que la vida es más tranquila y en la que quizá hay menos tiendas que en otras áreas.

Después de algunos disgustos por los precios de los locales, finalmente, consigue un local de una entidad bancaria a precio cero y lanza una convocatoria para conseguir miembros y nadie se interesa. "Mientras pensaba como lograría contactar con los desarrolladores, y otros profesionales que creía que habría en la zona lancé otra convocatoria para montar los muebles de IKEA que había comprado. Para mi sorpresa tres personas respondieron ¿Cómo era posible que buscara coworkers y no encontrara ni uno sólo y sin embargo encontrara tres voluntarios para montar muebles de la conocida marca sueca?"

Espacio Aurora Coworking en la actualidad

Dos de esas tres personas se convirtieron en miembros y al cabo de poco tiempo se unió una tercera, y así, con un grupo de cuatro (él incluido) nacía Aurora coworking -el nombre de su abuela a la que él no conoció y que era casi tabú en su familia por el dolor que le causó a su padre la pérdida- un proyecto que todos sus amigos del sector tecnológico le habían dicho que fracasaría y que le arruinaría.

"Al cabo de poco tiempo, confiesa José Antonio, me di cuenta que en una población así el espacio jamás podría ofrecer el retorno necesario para pagar un salario". Llegó a la conclusión que hemos oido de la boca de otros gestores de espacios en entornos rurales y de ciudades pequeñas: "nuestra población carecía de la masa crítica para hacer del coworking un negocio" Sin embargo, y esta es la clave de esta historia: "el coworking no es un negocio, el coworking es un canal para hacer negocios".

Un miembro de la comunidad de Aurora trabajando en la última ubicación del espacio

Es decir, el hecho de tener un coworking, o participar de él, facilita que se generen negocios al aportar visibilidad profesional a su gestor: en entorno rural, a diferencia de lo que muchos evangelizadores urbanitas creen, existen multitud de redes: aquellas personas con las que creciste, relaciones familiares, de asociaciones, etc. Sin embargo las redes profesionales para profesionales liberales en concreto suelen no existir o estar reducidas a la mínima expresión. Y es aquí donde el coworking puede marcar la diferencia al interconectar a estos profesionales y permitirles evolucionar o crear proyectos más grandes de los que tienen en la actualidad.

¿Pero cómo encontrar a esos miembros potenciales? Fue imposible, y llegó un punto en el que la situación se hizo insostenible y José Antonio comunica a sus miembros que cerrará el espacio. "La reacción de los miembros fue de sorpresa, pero les conté que estaba cansado de aportar dinero porque no se alcanzaban los mínimos y de limpiar el baño que ensuciaban y que, aunque se lo había pedido en repetidas ocasiones, jamás limpiaban". Las respuesta de los miembros le sorprendió: "ellos creían que con la cuota se cubría todo y no sabían que era yo quien ponía la diferencia" Sin embargo cómo nadie quería perder su hogar profesional decidieron cambiar la manera de funcionar y empezar a repartir los gastos del espacio de manera equitativa y dinámica: y esto lo cambió todo.

"Se dieron cuenta de que si llegaban más miembros pagarían menos y se comprometieron con la comunicación del espacio y transformó su cultura".

Esta transformación llevó a que se incrementara el número de personas que perecían a la comunidad y se incorporaran otros profesionales como profesores de yoga o fitness, traductores o personas que trabajaban en sistemas. Pero estos cambios iban más allá de esto porque cuando hubo la oportunidad de incorporar a personas cuyas cuotas eran pagadas por multinacionales que podían asumir unas tarifas superiores fueron los miembros existentes los que detuvieron eso "van a haber miembros de dos categorías entonces" José Antonio dio marca atrás y continuó teniendo una comunidad de iguales.

Después de ocho años de historia, con seis funcionando de forma cooperativa pese a que en varias formaciones le dijeron que jamás funcionaria, y siendo probablemente el coworking más antiguo de Eslovenia. Aurora no sólo sigue siendo uno de los pocos espacios de Eslovenia sino que además ha inspirado a otro espacio en Maribor a seguir su modelo y ha creado la red Aurora coworking, una cooperativa que aglutina espacios que funcionan de manera cooperativa y que les permite acometer proyectos de mayores dimensiones.

Ubicación actual de Aurora Coworking

"Después de habernos cambiado dos veces de espacio en un año y estar en la actualidad pagando alquiler, el coworking tiene hoy 18 miembros (bastante destacable para una ciudad de esas dimensiones) y el precio ha aumentado menos de un 30% pese a que están creando un fondo del espacio para tener margen en casos de contingencias o necesitar realizar inversiones.

Podríamos preguntarle a José Antonio cual es su deseo para el futuro pero no hizo falta:

"el coworking es una cura para la soledad, el trabajador independiente no quiere estar sólo"

Y no puedo estar más de acuerdo en eso "el modelo cooperativo es más fuerte y creo que aunque en espacios rurales tiene mucho sentido creo que se puede llevar a otros lugares". Esta afirmación de José Antonio con la que estoy totalmente de acuerdo creo que, como conversamos debe matizarse dado que, aunque coincido: se puede adoptar un modelo de estas características en prácticamente cualquier entorno, creo que existen limitaciones (o adaptaciones a realizar) dependiendo de la escala de la comunidad que estemos creando.

Sin embargo, el modelo funciona: sus ocho años de vida dan cuenta de ello, y mientras Aurora sigue curando la soledad en un rincón de la Eslovenia rural, esperamos de todo corazón que esa cura se extienda por muchos lugares más y aunque no sustituyan a la versión que se ha impuesto del coworking si se conviertan en una versión alternativa y funcional más extendida de lo que lo és hoy: el coworking se lo merece.


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Feliz Coworking!